domingo, 18 de marzo de 2012

Lo intenta...

Ella paseaba siempre en globo, y coleccionaba nubes. Él, sin embargo, disparaba a los extraños, y regentaba un burdel abandonado. Los dos habían dado la vuelta al mundo, pero en direcciones opuestas, y cuando sus espaldas se encontraron supieron que el viaje había terminado. Hablaban un extraño y antiguo idioma que nadie había oído jamás, es posible que ni siquiera ellos, pero cuando se miraban a los ojos las palabras, convertidas en pequeños y malignos duendes, les susurraban al oído su propio significado. 


Y entonces reían, y reían, y reían, nadie era capaz de pararlos, ni los trenes de mercancías, ni los semáforos en verde, ni los gritos de auxilio, ni las mujeres embarazadas, ni los abogados en paro, ni siquiera los esposos celosos. Reían, y reían, y reían. 


Ella habló de tristeza, él lo entendió todo. Ella bajó la mirada, él borró sus huellas. Se escondieron, pasaron hambre, temblaron de miedo al oir la tormenta acercare más rápido de lo previsto y, supieron que el fin del mundo, llegaría mañana. Entonces, él le cogió una mano, la miró a los ojos, y le dijo: "Gracias, adiós".